martes, 22 de marzo de 2016

La noche




Criaturas oscuras pueblan la noche. Se esconden de nuestros ojos con regates ágiles, quiebros y fintas que apenas dejan en nuestra retina manchas que se pierden con ligereza. Nadie sabe cómo son, pues esperan hasta que la campana del reloj suene una docena de veces para moverse con libertad en el aire negro de la medianoche. No estés solo nunca a esas horas ni camines por calles solitarias; ellas las aprovechan para hablarte sus conjeturas dañosas en runrunes que suenan como tu conciencia o, para atormentarte, devuelven el eco de tus pasos como los de una amenaza que te persigue. Búscate compañía y abrázate a ella, no te podrán originar más daño entonces que hacerte confundir tu miedo a la soledad con el amor. Busca en el calor del otro cuerpo el abrigo y espera al amanecer a reírte de tus temores, cuando el sol disuelva a las criaturas igual que se desvanece la espesura del café en la leche del desayuno, y los perros ladren su desaparición como una victoria propia.